¿Por qué nos mareamos?
El cuerpo necesita guardar el equilibrio para mantenerse de pie, y para ello en el oído interno tenemos un sistema que detecta nuestros movimientos y referencias espaciales. Funciona como un nivel de burbuja, mediante el cual sabemos cual es la referencia horizontal y si estamos sometidos a alguna aceleración. Estos datos llegan al cerebro que calcula los movimientos que tenemos que hacer para mantenernos en la posición que queramos tener.
El cerebro también utiliza los datos que provienen de nuestros músculos, nuestras posiciones espaciales de las extremidades, y sobre todo de nuestros ojos.
Cuando subimos una escalera o montamos en bicicleta todo funciona a la perfección pues los datos de movimientos que provienen del oído interno coinciden con los datos de la información visual que procesa el celebro. Pero en el mar o haciendo deportes aéreos, las cosas se complican ya que los movimientos del barco no concuerdan con la información que visual de nuestros ojos o la que experimentan nuestros músculos.
El ceRebro se de cuenta de esta incongruencia y detecta que se está produciendo un problema. Si conseguimos ser conscientes de esta contradicción podemos conseguir descartar los datos que suponemos inválidos y todo va bien. Si no conseguimos aislar esta información, nuestro ceRebro siente y cree que nuestro oído interno no funciona bien (cuando realmente si que lo está haciendo bien). Esa sensación de mal funcionamiento de nuestros sensores de posicionamiento espacial es justamente lo que llamamos el mareo. Por esta misma razón una infección en el oído interno o problemas de salud con este órgano nos producirán vértigos y mareo aunque estemos quitecitos y relajados en nuestro sofá.
La falta de adaptación acaba conduciendo al cabo de varias horas a los vómitos que relajan un poco el estrés acumulado por esta sobrecarga de información inconexa, mejorando momentáneamente en alguna medida la situación.
Si aunque el barco se mueva, hacemos un esfuerzo para seguir mentalmente los movimientos del barco mientras miramos el horizonte, conseguiremos hacer coincidir los movimientos del barco con lo que nuestro cerebro deba sentir, consiguiendo vencer tan molesta situación. Ocurre lo mismo cuando nos hacemos ‘uno’ con los movimientos de un caballo al cabalgar.
Si por el contrario estando bien bajamos al interior del barco cuando este se mueve a todas partes, nos agarraremos un mareo importante, ya que los movimientos que sentimos no concuerdan con la falta de movimiento del escenario que vemos a nuestro alrededor.
sábado, 10 de mayo de 2008
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